jueves, 23 de diciembre de 2010

El Gigante Egoísta - Oscar Wilde

Todas las tardes, a la salida de la escuela, los niños se habían acostumbrado a ir a jugar al jardín del gigante. Era un jardín grande y hermoso, cubierto de verde y suave césped. Dispersas sobre la hierba brillaban bellas flores como estrellas, y había una docena de melocotones que, en primavera, se cubrían de delicados capullos rosados, y en otoño daban sabroso fruto.
Los pájaros se posaban en los árboles y cantaban tan deliciosamente que los niños interrumpían sus juegos para escucharlos.
-¡Qué felices somos aquí!- se gritaban unos a otros.
Un día el gigante regresó. Había ido a visitar a su amigo, el ogro de Cornualles, y permaneció con él durante siete años. Transcurridos los siete años, había dicho todo lo que tenía que decir, pues su conversación era limitada, y decidió volver a su castillo. Al llegar vio a los niños jugando en el jardín.
-¿Qué estáis haciendo aquí?- les gritó con voz agria. Y los niños salieron corriendo.
-Mi jardín es mi jardín- dijo el gigante. -Ya es hora de que lo entendáis, y no voy a permitir que nadie mas que yo juegue en él.
Entonces construyó un alto muro alrededor y puso este cartel:

Prohibida la entrada.
Los transgresores serán
procesados judicialmente.

Era un gigante muy egoísta.
Los pobres niños no tenían ahora donde jugar.
Trataron de hacerlo en la carretera, pero la carretera estaba llena de polvo y agudas piedras, y no les gustó.
Se acostumbraron a vagar, una vez terminadas sus lecciones, alrededor del alto muro, para hablar del hermoso jardín que había al otro lado.
-¡Que felices éramos allí!- se decían unos a otros.
Entonces llegó la primavera y todo el país se llenó de capullos y pajaritos. Solo en el jardín del gigante egoísta continuaba el invierno.
Los pájaros no se preocupaban de cantar en él desde que no había niños, y los árboles se olvidaban de florecer. Solo una bonita flor levantó su cabeza entre el césped, pero cuando vio el cartel se entristeció tanto, pensando en los niños, que se dejó caer otra vez en tierra y se echó a dormir.
Los únicos complacidos eran la Nieve y el Hielo.
-La primavera se ha olvidado de este jardín- gritaban. -Podremos vivir aquí durante todo el año
La Nieve cubrió todo el césped con su manto blanco y el Hielo pintó de plata todos los árboles. Entonces invitaron al viento del Norte a pasar una temporada con ellos, y el Viento aceptó.
Llegó envuelto en pieles y aullaba todo el día por el jardín, derribando los capuchones de las chimeneas.
-Este es un sitio delicioso- decía. -Tendremos que invitar al Granizo a visitarnos.
Y llegó el Granizo. Cada día durante tres horas tocaba el tambor sobre el tejado del castillo, hasta que rompió la mayoría de las pizarras, y entonces se puso a dar vueltas alrededor del jardín corriendo lo más veloz que pudo. Vestía de gris y su aliento era como el hielo.
-No puedo comprender como la primavera tarda tanto en llegar- decía el gigante egoísta, al asomarse a la ventana y ver su jardín blanco y frío. -¡Espero que este tiempo cambiará!
Pero la primavera no llegó, y el verano tampoco. El otoño dio dorados frutos a todos los jardines, pero al jardín del gigante no le dio ninguno.
-Es demasiado egoísta- se dijo.
Así pues, siempre era invierno en casa del gigante, y el Viento del Norte, el Hielo, el Granizo y la Nieve danzaban entre los árboles.
Una mañana el gigante yacía despierto en su cama, cuando oyó una música deliciosa. Sonaba tan dulcemente en sus oídos que creyó sería el rey de los músicos que pasaba por allí. En realidad solo era un jilguerillo que cantaba ante su ventana, pero hacía tanto tiempo que no oía cantar un pájaro en su jardín, que le pareció la música más bella del mundo. Entonces el Granizo dejó de bailar sobre su cabeza, el Viento del Norte dejó de rugir, y un delicado perfume llegó hasta él, a través de la ventana abierta.
-Creo que, por fin, ha llegado la primavera- dijo el gigante; y saltando de la cama miró el exterior. ¿Qué es lo que vio?
Vio un espectáculo maravilloso. Por una brecha abierta en el muro los niños habían penetrado en el jardín, habían subido a los árboles y estaban sentados en sus ramas. En todos los árboles que estaban al alcance de su vista, había un niño. Y los árboles se sentían tan dichosos de volver a tener consigo a los niños, que se habían cubierto de capullos y agitaban suavemente sus brazos sobre las cabezas de los pequeños.
Los pájaros revoloteaban y parloteaban con deleite, y las flores reían irguiendo sus cabezas sobre el césped. Era una escena encantadora. Sólo en un rincón continuaba siendo invierno. Era el rincón más apartado del jardín, y allí se encontraba un niño muy pequeño. Tan pequeño era, no podía alcanzar las ramas del árbol, y daba vueltas a su alrededor llorando amargamente. El pobre árbol seguía aún cubierto de hielo y nieve, y el Viento del Norte soplaba y rugía en torno a él.
-¡Sube, pequeño!- decía el árbol, y le tendía sus ramas tan bajo como podía; pero el niño era demasiado pequeño. El corazón del gigante se enterneció al contemplar ese espectáculo.
-¡Qué egoísta he sido- se dijo. -Ahora comprendo por qué la primavera no ha venido hasta aquí. Voy a colocar al pobre pequeño sobre la copa del árbol, derribaré el muro y mi jardín será el parque de recreo de los niños para siempre.
Estaba verdaderamente apenado por lo que había hecho.
Se precipitó escaleras abajo, abrió la puerta principal con toda suavidad y salió al jardín.
Pero los niños quedaron tan asustados cuando lo vieron, que huyeron corriendo, y en el jardín volvió a ser invierno.
Sólo el niño pequeño no corrió, pues sus ojos estaban tan llenos de lágrimas, que no vio acercarse al gigante. Y el gigante se deslizó por su espalda, lo cogió cariñosamente en su mano y lo colocó sobre el árbol. El árbol floreció inmediatamente, los pájaros fueron a cantar en él, y el niño extendió sus bracitos, rodeó con ellos el cuello del gigante y le besó.
Cuando los otros niños vieron que el gigante ya no era malo, volvieron corriendo y la primavera volvió con ellos.
-Desde ahora, este es vuestro jardín, queridos niños- dijo el gigante, y cogiendo una gran hacha derribó el muro. Y cuando al mediodía pasó la gente, yendo al mercado, encontraron al gigante jugando con los niños en el más hermoso de los jardines que jamás habían visto.
Durante todo el día estuvieron jugando y al atardecer fueron a despedirse del gigante.
-Pero, ¿dónde está vuestro pequeño compañero, el niño que subí al árbol?- preguntó.
El gigante era a este al que más quería, porque lo había besado.
-No sabemos contestaron los niños- se ha marchado.
-Debéis decirle que venga mañana sin falta- dijo el gigante.
Pero los niños dijeron que no sabían donde vivía y nunca antes lo habían visto. El gigante se quedó muy triste.
Todas las tardes, cuando terminaba la escuela, los niños iban y jugaban con el gigante. Pero al niño pequeño, que tanto quería el gigante, no se le volvió a ver. El gigante era muy bondadoso con todos los niños pero echaba de menos a su primer amiguito y a menudo hablaba de él.
-¡Cuánto me gustaría verlo!- solía decir.
Los años transcurrieron y el gigante envejeció mucho y cada vez estaba más débil. Ya no podía tomar parte en los juegos; sentado en un gran sillón veía jugar a los niños y admiraba su jardín.
-Tengo muchas flores hermosas- decía, pero los niños son las flores más bellas.
Una mañana invernal miró por la ventana, mientras se estaba vistiendo. Ya no detestaba el invierno, pues sabía que no es sino la primavera adormecida y el reposo de las flores.
De pronto se frotó los ojos atónito y miró y remiró. Verdaderamente era una visión maravillosa. En el más alejado rincón del jardín había un árbol completamente cubierto de hermosos capullos blancos. Sus ramas eran doradas, frutos de plata colgaban de ellas y debajo, de pie, estaba el pequeño al que tanto quiso.
El gigante corrió escaleras abajo con gran alegría y salió al jardín. Corrió precipitadamente por el césped y llegó cerca del niño. Cuando estuvo junto a él, su cara enrojeció de cólera y exclamó:
- ¿Quién se atrevió a herirte?- Pues en las palmas de sus manos se veían las señales de dos clavos, y las mismas señales se veían en los piececitos.
-¿Quién se ha atrevido a herirte?- gritó el gigante. -Dímelo para que pueda coger mi espada y matarle.
-No- replicó el niño, pues estas son las heridas del amor.
-¿Quién eres?- dijo el gigante; y un extraño temor lo invadió, haciéndole caer de rodillas ante el pequeño.
Y el niño sonrió al gigante y le dijo:
-Una vez me dejaste jugar en tu jardín, hoy vendrás conmigo a mi jardín, que es el Paraíso.
Y cuando llegaron los niños aquella tarde, encontraron al gigante tendido, muerto, bajo el árbol, todo cubierto de capullos blancos.

martes, 30 de noviembre de 2010

Perversiones. Breve Catálogo de Parafilias Ilustradas

La editorial Granadina Traspiés, en su colección Vagamundos de libros ilustrados, publica Perversiones. Breve Catálogo de Parafilias Ilustradas, un volumen colectivo en el que se incluye uno de mis relatos.
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Puede consultarse información sobre el proyecto pinchando aquí y aquí.
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La lista de escritores e ilustradores recogidos en PERVERSIONES es la siguiente:

Andrés Portillo, Rafael Linero, Raúlo Cáceres, Ángel Olgoso, Antonio Dafos, Isabel González González, Manuel Moyano, Quim Pérez, Jorge Fornés, Vicente Muñoz Álvarez, Hugo Rg [pobreartista], Joaquín Torres, U! a.k.a Uriel A. Durán, Ginés Cutillas, Miguel Sanfeliu, Fusa Díaz, Cristina de Cos, Fco. Javier Pérez, Pablo E. Soto, Hugo García, Marina Guiu, David González, Pablo Gallo, Carlos Vitale, Manuel Rebollar, Ana Ayuso Verde, Isabelle López, Francisco Naranjo, Alejandro Santos, Rubén Little Nemo, Marina Baizán, Hilario J. Rodríguez, Elvis Gato, Juan Jacinto Muñoz Rengel, José Ángel Barrueco, Isabel Wagemann, David Guirao, Joan Ripollès Iranzo, El Bute, Eva Díaz Riobello, Salvador Moreno Valencia, Popá, Elías Moro, Martín Pardo, Carlos Manzano, Kikus, Nacho Cagiga, Felisa Moreno Ortega, Andrés Neuman, Juan Gonzalo Lerma, Manu Espada, Joaquín López, M. A. Cáliz, Pepe Cervera, Rita Vicencio, María Simó, José Ángel Cilleruelo, José Abad, Amanda Manara, Miguel Ángel Zapata, Federico Villalobos, José Cruz Cabrerizo, Esteban Gutiérrez Gómez, Oscar Esquivias, Pablo Ruiz, Carola Aikin, Raúl Brasca.

lunes, 22 de noviembre de 2010

"Premonición" por Miguel Sanfeliu

Buenas tardes y bienvenidos a la presentación del libro “Premonición”, del escritor valenciano Pepe Cervera. Es para mí un placer tener la oportunidad de acompañar a Pepe en este acto.

“Premonición” ha sido editado por Paréntesis Editorial y es el tercer libro que publica Cervera tras “Conozco un atajo que te llevará al infierno”, editado por E.D.A. y “El tacto de un billete falso”, que obtuvo el XVI Premio Alhóndiga de narrativa breve en 2005, de los Premios Otoño Villa de Chiva, editorial Denes.

Los tres son libros de cuentos. Cervera es un escritor que se siente cómodo en las distancias cortas y a quien le interesa el género del relato por encima de cualquier otro.

No es fácil escribir un buen cuento, todo tiene que encajar de un modo preciso para que no se desmorone y consiga alcanzar su objetivo. Augusto Monterroso decía que nadie sabe cómo debe ser un cuento. El escritor que lo sabe es un mal cuentista, y al segundo cuento se le nota que sabe, y entonces todo suena falso y aburrido y fullero. Hay que ser muy sabio para no dejarse tentar por el saber y la seguridad.

Cervera es capaz de esconderse detrás de la historia. Sus relatos tienen una entidad propia que va más allá de la mera palabra, que abarca más espacio que las breves páginas que lo contienen. Sus personajes resultan reales, creíbles, y nos habla de cosas muy concretas, nos habla de soledad, de abandono, de pérdidas, de dolor, de fracaso... Las historias de Cervera se internan en esa otra cara del mundo, la de los perdedores, y lo hace con una mirada tangencial, guardando las distancias, aceptando las cosas tal como vienen, sin cuestionarlas y con el máximo respeto. Sus historias encierran secretos enigmas, como la vida, y la cuestión no es ya cómo resolverlos sino cómo identificarlos.

Cuando la intención de un cuento es golpearnos en el estómago, no existe un impacto comparable y, como lectores, quedamos realmente noqueados.

Cervera es, en este sentido, lo que podríamos llamar un escritor pugilístico, nada complaciente con el lector. No encontramos en su mundo moralinas ni falsas esperanzas. La vida puede ser dura, tener un lado amargo, y sus personajes lo saben bien.

Chéjov decía; No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se entiende nada. Sólo los charlatanes y los imbéciles creen comprenderlo todo. Cervera no cae en este error. No justifica, no valora, no cuestiona la actitud de sus personajes, tan sólo los observa y nos cuenta su historia de un modo directo y contundente.

La distancia de la voz narradora resulta muy eficaz y convierten la lectura en una experiencia fluida y muy visual.

Las influencias de Pepe Cervera son mayormente norteamericanas. En su narrativa encontramos ecos de Cheever, de Hemingway, de Tobias Wolff, de Fante, de Carver, de Alistair McLeod, de Sherwood Anderson... Los escritores norteamericanos han impulsado la evolución del cuento, son maestros indiscutibles del cuento moderno, el que no recurre a la sorpresa, a los trucos y fuegos artificiales para epatar al lector, sino que se centra en la vida cotidiana, focaliza su atención en un momento acotado, mínimo y se nutre de la infelicidad que subsiste debajo de una sociedad en la que parece que todo el mundo está obligado a ser feliz. Esa sociedad de la felicidad, de la opulencia, encierra dramas, miserias, obsesiones ocultas y acechantes.

Cervera proviene de Yoknapatawpha, el lugar imaginario de Faulkner, pero reside en Alhofra, el lugar imaginario en el que se desarrollan sus historias.
Encontraremos en estos relatos un momento en la vida de unos personajes, un momento significativo capaz de encerrar un drama de mayores dimensiones, un instante congelado en el tiempo que contiene bien el germen o bien los restos de una tragedia. Uno de los temas recurrentes en los relatos de Cervera son las relaciones familiares, como un núcleo en el que defenderse del exterior y, a su vez, como centro de tensiones y conflictos.
Una familia que ha sido desahuciada, decidiendo el rumbo que han de tomar sus vidas, en el parking de un centro comercial desierto; la tensa conversación de una pareja de amantes; el fin de una relación representado en la imposibilidad de cocinar unas natillas; un pederasta; una secta; un jubilado intentando hacerse a la idea de que su vida, a partir de ese momento, carece de objetivos, el viaje crucial de un abuelo y un nieto; amistades, encuentros y desencuentros, historias que nos tocan en lo más profundo, narradas con una claridad, con un dominio de los recursos literarios, que convierten la lectura de este libro en una aventura inolvidable, en una experiencia de la que no creo que nadie sea capaz de salir indemne.

Por último, el libro se cierra con el interesante texto “Epílogo: una historia real”, que es una especie de confesión literaria, una memoria familiar con detalles que hemos visto desperdigados en los relatos precedentes, y es el perfecto colofón del conjunto.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

miércoles, 14 de julio de 2010

"Premonición" en "Literatura en breve"


El escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel, autor de los libros de relatos 88 Mill Lane y De mecánica y alquimia, y director de la sección literaria del programa El ojo crítico (RNE 1) y del espacio Literatura en breve, de radio nacional de España (RNE 5), dedicó la emisión del pasado 11 de julio de este último programa a mi libro de relatos Premonición.

lunes, 28 de junio de 2010

"Premonición", por Ernesto Calabuig


El escritor Ernesto Calabuig, autor del libro de relatos Un mortal sin pirueta, de la novela Expuestos, y compañero de antologías, publica en su blog una reseña sobre mi libro Premonición.

Aquí para leerla.

miércoles, 9 de junio de 2010

El atajo... en CUENTOSDEBARRO

Antonio Báez, autor del libro de relatos Mucha suerte, y con quien comparto remo en la antología Velas al viento, ha publicado en su blog, Cuentosdebarro, una reseña sobre mi libro Conozco un atajo que te llevará al infierno

lunes, 7 de junio de 2010

Velas al viento. Los microrrelatos de la nave de los locos




La editorial granadina Cuadernos del Vigía acaba de publicar Velas al viento. Los microrrelatos de la nave de los locos, con selección de textos y prólogo de Fernando Valls. Se trata de una antología del microrrelato escrito en español a uno y otro lado del Atlántico.

Es para mí una satisfacción enorme que el antólogo haya incluído alguno de mis textos en el libro.

domingo, 6 de junio de 2010

Entrevista en ENCONTRES

A propósito de mi libro de relatos Premonición, Ricardo Bellveser me entrevista de nuevo para el programa Encontres, que se emitirá mañana, lunes, a eso de la medianoche, en Punt 2, canal de la televisión autonómica valenciana.



miércoles, 2 de junio de 2010

Siglo XXI en Zaragoza

La librería Los portadores de sueños, en la calle Jerónimo Blancas nº 4, de Zaragoza, acogerá la presentación de la antología Siglo XXI el próximo 10 de junio de 2010, a las 20:00 horas.

lunes, 31 de mayo de 2010

"Premonición" en EL SÍNDROME CHÉJOV

Pinchando aquí puedes leer lo que opina el escritor Miguel Ángel Muñoz sobre mi tercer libro de relatos.

martes, 18 de mayo de 2010

Once maneras de sentirse solo

Acabo de hacerme con un ejemplar del volumen de cuentos que Richard Yates publicó en 1962 y cuya versión española yo conocía como Once tipos de soledad (editorial Emece), pero que la editorial RBA ha publicado en España bajo el título Once maneras de sentirse solo.

He leido mucho acerca de este libro. Llevaba buscándolo algún tiempo, incluso en librerías de segunda mano de Argentina (hasta donde le había seguido el rastro vía internet), pero hasta ahora no había obtenido resultado satisfactorio alguno. Se trata de un volumen de relatos muy elogiado que espero no me decepcione. Con ganas lo afronto.

domingo, 16 de mayo de 2010

Testimonio gráfico

Qué guapos estamos todos (Manuel Moyano, Ándrés Neuman, Ángel Olgoso, Fernando Valls, y Miguel Ángel Muñoz, de pie; Irene Jiménez, un servidor y Jesús Ortega, sentados), sobre todo el de primera fila, ese, el de delante, chupando plano, con sus 624 páginas de buena literatura, sus 14X21 centímetros y su cara a lo Andy Warhol.

Pinchad aquí para ver más fotografías


viernes, 7 de mayo de 2010

Siglo XXI - y ahora Granada

La presentación en Granada será el próximo viernes, 14 de mayo, a las 19:30 horas, en la librería Picasso de Granada (calle Obispo Hurtado nº 5)

miércoles, 21 de abril de 2010

SIGLO XXI - Presentación en Barcelona

El acto tendrá lugar en la librería "La Central" de Barcelona (calle Mallorca, 237), el próximo martes, 27 de abril, a las 19:30 horas.
Yo, voy.

miércoles, 14 de abril de 2010

Siglo XXI- Los nuevos nombres del cuento español actual

La editorial Menoscuarto publica Siglo XXI Los nuevos nombres del cuento español actual, una antología editada a cargo de Gemma Pellicer y Fernando Valls en la que han reunido a los siguientes autores:

Pilar Adón/ Pablo Andrés Escapa/ Jon Bilbao/ Ernesto Calabuig/ Matías Candeira/ Carlos Castán/ Cristina Cerrada/ Pepe Cervera/ Fernando Clemot/ Óscar Esquivias/ Patricia Esteban Erlés/ Ignacio Ferrando/ Víctor García Antón/ Esther García Llovet/ Daniel Gascón/ Cristina Grande/ Ismael Grasa/ Irene Jiménez/ Juan Carlos Márquez (II)/ Berta Marsé/ Ricardo Menéndez Salmón/ Lara Moreno/ Manuel Moyano/ Miguel Ángel Muñoz/ Juan Jacinto Muñoz Rengel/ Hipólito G. Navarro/ Elvira Navarro/ Andrés Neuman/ Ángel Olgoso/ Jesús Ortega/ Julián Rodríguez/ Javier Sáez de Ibarra/ Miguel Serrano Larraz/ Berta Vias Mahou/ Ángel Zapata.


(Pinchando sobre los nombres resaltados se puede leer la opinión que en su día me merecieron algunos de sus libros)

miércoles, 7 de abril de 2010

PREMONICIÓN

Ya puede adquirirse Premonición, trece nuevos relatos publicados en la colección Umbral de la editorial sevillana Paréntesis.
Que lo disfrutéis.

lunes, 29 de marzo de 2010

Pink Glove Dance

Una buena amiga me remite vía e-mail el enlace a este video. Me ha parecido una iniciativa que demuestra que lo serio puede resultar simpático.



Casi todos los empleados del Providence St. Vincent Medical Center de Portland, Oregon, participan en este video clip, bailando con guantes color rosa, con el objeto de llamar la atención en la prevención del cáncer de mama. No se trata de recabar donativos, lo único que piden es que el video se vea hasta el final para que quede constancia de la visita (si se ve hasta la mitad parece que no cuenta, es sólo minuto y medio). Cuando el número de visitas llegue a un número concreto, la empresa Medline (la cual tiene una fundación para la prevención del cáncer de mama) hará una donación al hospital con la que se podrán realizar mamografías de forma gratuita a la gente de la comunidad que lo solicite.

viernes, 26 de marzo de 2010

Nuevo libro en breve

Entre los próximos títulos que la editorial Paréntesis anuncia, se encuentra mi tercer libro de relatos, titulado Premonición, en el que he reunido trece nuevas historias escritas entre el 2005 y el 2009.

En breve publicaré más información sobre el libro.

miércoles, 24 de marzo de 2010

Banda sonora (y XIX)



Yo le he dicho que de Auster conozco la trilogía y algún que otro libro. “Invención de la soledad”, “Leviatan”, y un ensayo sobre “Hambre” de Knut Hamsun.
—“El arte del hambre”
Pero esto ha sido mucho antes de que se me ocurra escribir sobre él, en el Backstage, un garito recién abierto no muy lejos de su casa, a unas cinco o seis manzanas. Es uno más entre tantos locales pretenciosos que aspiran a un ambiente personal con una decoración ridícula y un soul de ese que llaman elegante, del tipo Sade y otras mierdas parecidas.
—Esto es un quiero y no puedo —le he dicho a Gregorio, observando con desdén todo lo que nos rodea.
Según parece nos encontramos en mitad de lo que es un escenario. Al fondo hay un pequeño rincón que simula los camerinos, desde donde se accede a un retrete unisex. Puedes estar meando mientras una tía se empolva por la nariz frente al espejo y escucha tu chorro salpicando contra el fondo del inodoro. Lo más. En el techo, sobre la barra, destaca un varal desproporcionado del que penden cuatro focos apagados y cuelgan cuerdas mal tensadas a los pescantes que sobresalen de la pared. La iluminación es escasa. No podía ser de otra manera, para que todos los gatos sean pardos, ya puestos. La llama de una vela roja incrustada en una tulipa de cristal titila sobre cada una de las mesas. Eso es todo.

(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 175)

viernes, 19 de marzo de 2010

Un relato PARAFÍLICO



José Antonio López, director de la colección Vagamundos (Ediciones Traspiés), está preparando una antología de microrelatos ilustrados, cuyo hilo conductor es la parafilia.

De momento, a través del blog que ha creado de forma paralela al proyecto, se encarga de difundir los textos (pincha aquí para leer el mío) e ilustraciones que va reuniendo, tanto del libro como aquellas que no puedan entrar en el mismo, y se informa de todas las noticias de interés relacionadas con el tema.
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Goya. Saturno devorando a un hijo 1820 - 1823
Pintura mural pasada a lienzo. 1,46 x 0,83
Museo del Prado, Madrid.




lunes, 15 de marzo de 2010

Reseña en "Cuadernos del sur"

El crítico literario Pedro M. Domene reseñó el pasado sábado,13 de marzo, mi libro Conozco un atajo que te llevará al infierno para Cuadernos del sur, suplemento cultural de Diario Córdoba. (Para leerla pinchad sobre la imagen)

viernes, 12 de marzo de 2010

miércoles, 10 de marzo de 2010

Reseña en YMÁLAGA.COM


El periódico digital YMÁLAGA.COM publica hoy una reseña sobre mi libro Conozco un atajo que te llevará al infierno.

Se puede leer pinchando aquí.

martes, 16 de febrero de 2010

Banda sonora (VIII)

El teléfono está sonando cuando abro la puerta de casa. Oigo un par de timbrazos mientras dejo las llaves y un puñado de monedas en el vacía bolsillos que hay sobre el mueble de la entrada.
— ¿Lo coges tú?—Alejandra grita desde el cuarto de baño—, ¿Andrés?
— ¿Si?
También oigo música en el salón comedor. Escucho durante unos segundos y reconozco uno de los temas que Michael Nyman compuso para la banda sonora de The Cook, the thief, his wife and her lover.
—Contesta tú, yo no puedo salir ahora.

(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 159)

sábado, 13 de febrero de 2010

Y dale con los funcionarios, y los gilipollas

Decía yo en la entrada anterior que la clase política en general suele desprestigiar a los funcionarios cada vez que le interesa manipular a la opinión pública, y de paso considerarla gilipollas. Poco han tardado en esta ocasión, en El País de hoy puede leerse un artículo a doble página (“Fijo para siempre, pero ¿inamovible?” es el título) que en principio podría haber servido para analizar un pelín a fondo la cuestión del empleado público en España, pero que se queda en un quiero y no puedo. El artículo en cuestión rebosa medias verdades, suministrando datos que a simple vista parecen escandalosos y que a cualquier lector le llevará a pedir la cabeza de cada uno de los funcionarios de este país, pero que realmente no son más que referencias tendenciosas que carecen del espíritu de suministrar información al ciudadano.

Muy al principio, el autor del artículo ya nos dice que “En el reino del empleo temporal, del ERE y la congelación salarial, ¿por qué el funcionario tiene trabajo fijo y hasta le suben el sueldo?” Pero qué subida de sueldo ni subida de sueldo, por favor. Actualmente se está negociando entre la patronal y los sindicatos de este país subidas salariales en la empresa privada de hasta el 1% en 2010, entre el 1% y el 2% para el 2011, y entre el 1’5% y el 2’5% en 2010, cuando los funcionarios han experimentado una subida del 0’3% en su salario, cantidad que, o bien no se ha reflejado en un incremento del neto que mensualmente se percibe, o bien ha supuesto una merma en dicha cantidad, ya dependa del tramo tributario en el que se ha quedado el trabajador en cuestión. La pregunta a formular debería ser: ¿Pero es que cualquier trabajador español merece que se le actualice el sueldo y los funcionarios no, únicamente por serlo? ¿Pero es que estamos idiotas o qué? No se puede plantear que el empleo fijo es contrario a la actualización salarial ¿Cuántos trabajadores tiene contrato indefinido? ¿Merecen éstos actualización salarial o no la merecen por estar fijos?
Se nos dice más adelante que “Mientras los países de la Unión Europea recortan funcionarios, España los aumenta (un 32% entre 2000 y 2008)”. Dicho así supone un nuevo agravio, volvamos a exigir la cabeza de todo funcionario que asome el morro. No obstante, si se explica que en España hay un funcionario por cada 15 habitantes, en Italia 1 por cada 17, en Alemania 1 por cada 18, en Reino Unido 1 por cada 22, en Francia y Bélgica 1 por cada 12 (más que en España), en Irlanda 1 por cada 13 (más que en España), en Portugal 1 por cada 14 (más que en España), en Suecia uno por cada 8 (más que en España), si se facilitan todos los datos, el análisis que puede enfocarse ya no será desde la posición inamovible de que son demasiados funcionarios, sino desde la pregunta de cuántos funcionarios son necesarios. O es que ¿no son necesarios? Si el empleado público no es necesario para gestionar un país por qué lo es el político.

En el párrafo siguiente se añade: "A las ocho de la mañana, una persona ficha por todos, y a las tres, otra hace lo mismo. No se trabaja ni cuatro horas al día. Se puede verificar muy fácilmente pues todos los fichajes se hacen en el mismo ordenador". Aunque se abusa del tópico (tópico que ya fatiga, la verdad. ¿No hay otro?), esa parece ser la opinión del secretario sustituto del Juzgado número 1 de El Ejido (Almería). ¿Secretario sustituto? ¿Y a la opinión personal y anecdótica de un secretario sustituto se le otorga suficiente credibilidad para engrosar el cuerpo del articulillo de marras? Si a más de un funcionario de carrera preguntaran, seguro que la respuesta no se alejaría mucho de que los sustitutos y los interinos no son más que salva patrias con escasa formación profesional (escasa formación por decirlo suave) y demasiadas deudas adquiridas con quien los “coloca”, trabajadores que por su propia situación de provisionalidad se caracterizan por un servilismo que poco beneficia ni a la administración pública ni al administrado, ya que esa provisionalidad los distancia de la perspectiva objetiva y neutral que debe regir los actos profesionales de un funcionario público, y los acerca al clientelismo, que en definitiva es hacia donde lamentablemente se tiende en la administración pública española en los últimos tiempos.

Casi al final encontramos la siguiente reflexión: “Mientras en los países anglosajones cuesta atraer a la juventud al funcionariado, en España se hace cola. "Da pena que el objetivo del universitario sea sacarse una oposición", se lamenta Mario González. "Es una situación racional, por supuesto, porque te da empleo fijo de por vida y aumentos salariales del 2%, pero mata el espíritu emprendedor de un país, que es lo que hace progresar a la sociedad". La causalidad está servida. La bobada también, repito. Como ser funcionario te proporciona empleo fijo de por vida y subida salarial cada año, todo el mundo quiere ser funcionario. Qué risa, María Luisa. Opino que es todo lo contrario a la simpleza anterior; deberíamos considerar sintomático que en una zona como Cataluña, de las más industrializadas del país, se tenga más dificultades que en Extremadura, por ejemplo, para atraer trabajadores a la empresa pública. No será más acertado pensar que como España es un país deficiente en industria privada, todo aquel que quiera formar parte del mercado laboral carece de alternativas a la administración pública.

Ay, estoy cansado, muy cansado he escrito esto de tirón. Sé que da para más, mucho más, pero sigo pensando que somos gilipollas, todos, sí, gilipollas, al menos es lo que deben pensar los políticos, visto como nos tratan.

jueves, 11 de febrero de 2010

De funcionarios, parados, políticos, CR9 y gilipollas


















Comparativa (I): A finales del pasado año, desde la clase política de este país se comparó al colectivo de empleados públicos con el número de trabajadores que estaban quedando sin empleo. Nada nuevo bajo el sol. Se viene haciendo desde la noche de los tiempos cuando al gobierno de turno le interesa. El objetivo era claro. Evidenciaron el agravio que esa situación supone y de paso justificaron ante la opinión pública la congelación salarial de los funcionarios, esas sanguijuelas aprovechadas que no merecen ni agua para beber —y digo congelación porque eso es lo que es la “subida salarial” del 0’3% —. El gobierno del estado ahorró con la medida una cantidad más o menos equiparable a la que en agosto de 2009 —en plena crisis— se regaló en forma de aval por el gobierno valenciano a una entidad privada como el Valencia C.F. (74 millones), o a la empresa encargada de organizar las competiciones de fórmula uno (90 millones).












Comparativa (II): Esta mañana, al leer la prensa, me he desayunado con que el señor Bono, ese socialista modélico que cada dos por tres viaja a Roma para besarle el anillo al santo padre, ese defensor de las clases más desfavorecidas, emparentado vía consuegra con la clase pudiente —pudiente de rico, no de putrefacto, que conste— ante las críticas que se vienen escuchando sobre los sueldos y el sistema de pensiones de los diputados, va y remite una carta a los miembros de la cámara comparando el presupuesto con el que se pagan todos los sueldos y gastos del Congreso, con el coste del fichaje de Cristiano Ronaldo. Añade que el sueldo de los parlamentarios están congelados, el de los parlamentarios, no el de los funcionarios —y dale con los funcionarios— El objetivo es claro: si nos pareció bien el fichaje millonario del futbolista, también debemos aprobar el coste que supone mantener a nuestra clase política.

Ojalá en su día se hubiera comparado los sueldos de los funcionarios con el de CR 9, pero por lo visto no interesa, interesa comparar el de los políticos, tan galácticos ellos.

Conclusión: Somos gilipollas, todos, al menos es lo que deben pensar los políticos, visto como nos tratan.

viernes, 5 de febrero de 2010

Banda sonora (VII)


Las ocho y media ya. Teo cruza las piernas y al instante las descruza para poner un pie en el suelo. Enciende otro cigarrillo. Las ocho y media. Se pregunta dónde estará Reyes en este momento. No consigue sacársela de la cabeza; cada dos por tres su imagen ocupa sus pensamientos y una persistente sensación de náuseas arrecia en la boca de su estómago. Se siente incómodo consigo mismo, incómodo con Paco El Chepa y su manía con las palabras, incómodo con todo.
Debería haberse quedado en casa, esperándola. Había quedado con El Chepa para ir esta noche al concierto de Kiko Veneno en la Sala-4, Juan Cervera les ha conseguido un par de invitaciones, pero está pensando que mejor lo deja estar. Hoy no ha sido una buena idea salir. Le viene al pensamiento una película en la que un personaje explica su miedo a quedarse solo, y otro, un poco más hipócrita, le contesta con media sonrisa algo así como que todo el mundo está solo, pero es mucho más fácil llevarlo en compañía.
También él tiene miedo a la soledad, y más desde hace dos días, cuando averiguó que Reyes se lo está montando con un antiguo compañero de instituto. Jamás había pensado que algo así pudiera llegar a sucederle. Lleva dos noches sin dormir, preguntándose cómo debe reaccionar, qué debe decirle, si es que debe decirle algo, qué es lo que la gente suele hacer en una situación como esa.

(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 115)

jueves, 28 de enero de 2010

jueves, 21 de enero de 2010

"Conozco un atajo..." en Diario Sur de Málaga


La prensa malagueña se hace eco de la presentación de mi libro.

Banda sonora (VI)


Parpadea de forma nerviosa mientras lo enciende, expulsa el humo por la nariz, vuelve a mirar a Teo durante un segundo y luego echa un vistazo a su alrededor, hasta que sus ojos tropiezan con el póster que cubre el cristal de la ventana. Es una fotografía de Lou Reed. Se le ve con el micrófono pegado a los labios, con el cabello muy corto y un collar de cuero negro con tachuelas plateadas ceñido al cuello. Una camiseta negra sin mangas deja al descubierto la blancura excesiva de sus brazos, delgados y tensos. En la parte superior puede leerse "Rock N Roll Animal".

(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 114)

martes, 19 de enero de 2010

"Conozco un atajo..." por Miguel Ángel Muñoz

Sé que este libro es un manual casi perfecto para hablar de las similitudes y diferencias entre la novela y el cuento, pero preferiría no hacerlo. No caeré en el tópico que tanto molesta a los escritores (sobre todo a los de relatos), ni me detendré más allá de estas dos frases, que están a punto de acabar, en lo que este volumen tiene de novela o de libro de relatos. Punto seguido. Pasamos a otro tema. Al fin y al cabo, creo que Pepe Cervera ha escrito un libro de aventuras. Sí, no te sorprendas, Pepe. Un libro de aventuras porque cuando la literatura se acerca a la vida de las personas transformadas en personajes, ya entramos en el terreno de la aventura, de lo azaroso, de la incógnita, de lo incógnito.
En estos tiempos la literatura sueña con volverse electrónica (no sólo por su modo de lectura sino también por su tema narrativo –casi historias sobre transistores, que parecen estar escritas para ser leídas por transistores-). Es una opción interesante, sin duda, por los caminos que abre en la literatura. Pero hasta ahora, que se sepa, los transistores no leen. Todo llegará, seguro que sí, pero Pepe Cervera ha preferido optar por otra senda, la del personaje puro, la de la narración pura, en el contexto de una estructura impura.
Me gustaría limitarme a dar algunas pinceladas de aspectos que se incluyen en este libro, y que me han parecido muy descatables. Sobre todo queremos escuchar a su autor hablando sobre su libro, y no pretendo acaparar demasiado tiempo antes de iniciar su intervención.
“Conozco un atajo que te llevará al infierno” cuenta la senda de una vida, más que la historia de una vida. Andrés Tangen, el protagonista de la mayoría de estos dieciocho cuentos, nos acompaña y nos anima a que le acompañemos desde su infancia hasta la entrada en la madurez definitiva, la que ya no admite vueltas atrás, ni arrepentimientos ni perdones, la que asume que la estancia en el mundo es definitiva, pero breve. Como un cuento. Decía antes que la estructura es impura porque toma elementos propios del cine, la novela o el cuento. Abunda en un mestizaje necesario y muy moderno, aunque no hable de transistores. Habla de Andrés, lo decía antes. Andrés Tangen. Me ha recordado mucho este Andrés a un Andrés famoso de la literatura española: Andrés Hurtado, el protagonista de “El árbol de la ciencia”, en lo que aquella novela tenía de iniciática y melancólica, por su capacidad de mostrarnos al tiempo los efluvios ilusionantes y el poder retórico y violento de la juventud y la serena aceptación de los desastres de la vida que conlleva la madurez.
Pepe Cervera consigue que al acabar el libro sintamos que su voz está muy cercana a la de Andrés Tangen, y “Conozco un atajo que te llevará al infierno” es de esos libros en que percibimos que su autor se ha comprometido con el personaje hasta extremos muy íntimos, y no ha tenido miedo a mostrar sentimientos que van de la ira a la mezquindad, del agravio generacional a la falta de compasión. Pero al tiempo desde una perspectiva humana. Es decir, Pepe Cervera ha preferido, antes que consolarnos con pamemas sentimentales, ser fiel a su idea noble del realismo literario como transmisor de experiencias vitales.
En los tres primeros relatos Andrés Tangen es un niño de once años al que vemos mezclado entre iguales. La pandilla, el grupo. Constatamos que en los niños de cualquier época anida la violencia y la sexualidad. Pepe Cervera nos habla de Andrés Tangen, una vez pasados esos primeros cuentos, como podría hablarnos de Castro o de Quesada, dos de sus compañeros de juegos. Escoge a Andrés porque el escritor es un coleccionista de decisiones, y tiene que elegir constantemente. El foco ilumina a partir de entonces a Andrés y a los suyos: familia, amigos, amores, amantes, y amigos de sus amantes. Como Arthur Schnitzler en “La ronda” los cuentos van viajando a través de personas distintas, y aunque el foco siempre permanezca sobre Andrés, el autor nos invita a recordar que los personajes que desaparecen en las sombras, apenas protagonizan un cuento o dos tras salir de la esquina de un relato anterior, tienen su propia vida, su propia sustancia en los márgenes del cuento, fuera de las páginas de tacto amable de esta impecable edición de E.D.A.
Andrés, con alguna excepción, se expresa siempre, en los relatos protagonizados (entre comillas) por él, en primera persona. Es su voz la que nos habla, y es una voz que pasa de la admiración hacia su hermano al odio a la figura del padre, del bravo azogue de la juventud a la sensación de proyecto inacabado que le acompaña en los últimos cuentos, de la rebelión libertaria que para él supone abandonar el instituto, en el cuento “Deriva”, al fracaso vital que supone el no ser capaz de acudir al velatorio de su propio padre, como ocurre en el cuento "Como un hombre que sobrevuela el mar". Para las otras historias, en las que Andrés es un referente, un secundario, o simplemente un vacío (porque no aparece en ellas), Pepe ha elegido la tercera persona, incluso la segunda persona, ese procedimiento tan difícil de utilizar para un escritor, en el relato central del libro, el que le da título. Pero es que el narrador hay momentos en que nos interroga, nos acusa, pide nuestra conformidad, y dirigiéndose al lector, escribe: "No sé si con lo que te he dicho podrás hacerte una idea", "Imagínate la escena...", o "No me preguntéis cómo". En esos comentarios está -a mi modo de ver, ahora su autor nos puede hablar sobre esto- una de las claves del libro. ¿Quién es el narrador de estos cuentos? Creo, adelanto mi respuesta, que es Andrés Tangen el narrador de todos los cuentos, y que de ese modo ve cumplida su aspiración final de ser escritor, de escribir relatos, aunque sólo sea para hacer aparecer a los amigos. Con esa teoría se demostraría que, finalmente, Andrés ha aprendido algo: todos podemos ser personajes, somos personajes de una historia interminable. La literatura es una forma de conocimiento. También de redención. Y este Andrés tiene una necesidad absoluta de redención, aunque nunca lo reconocería. Por eso nos cuenta estas historias absorbentes, escritas con un lenguaje sintético y preciso. Es un libro que se lee del tirón, con un interés creciente. Su autor es capaz de darle sustancia narrativa –si se lee con atención y no con la precipitada rapidez a que puede mover su fácil lectura- a una escena tan corriente como dos amigos tomando una copa en un bar. En los pequeños gestos (una toalla que muestra un pecho desnudo, el cuello de un jersey cubierto por la caspa, las fotos de unos niños en el salpicadero de un coche) Pepe Cervera, como en un sagrario, introduce sus claves, sus símbolos cotidianos que explican lo que sus personajes quieren, añoran o pierden.
También, por último destacaría la precisa utilización de la elipsis, de un modo muy propio del relato, pero a la vez de un modo especial. De un relato a otro pasan años, sí, y cosas, sí. Pero los años son una fecha, y basta con declararla. Han pasado diez años, se nos dice. Bien. Lo creemos. Sin embargo, nunca sabemos qué cosas han pasado en ese hueco de diez años. Se callan cosas. Como en los buenos cuentos. La teoría del iceberg de Hemingway, que sé que es un autor muy querido por Pepe. Lo que se ve no es tanto como lo que se calla. Y aquí esa teoría funciona de un modo preciso.
Este libro ha de ser leído por lo que cuenta tanto como por lo que calla. Hay muchos huecos, y eso le da al volumen una respiración especial y permite que nosotros participemos en la historia de Andrés, y que llenemos de carne la osamenta limada que Pepe nos entrega. Cada uno de ustedes, cuando lo lea, puede jugar a imaginar qué ocurrió en esa familia, por qué Andrés odia a su padre de aquella manera, por ejemplo. Podrán poner respuestas donde su autor se ha limitado a mostrarnos rayos verdes, como esos de la película de Rohmer. Momentos fugaces en que todo parece encajar o, lo que es más común en sus cuentos, desencajarse.
No quiero alargarme. Cedo la palabra a Pepe, y acabo como empecé, por esa diferencia novela-cuento de la que no he querido hablar. Termino dándoles un consejo. Si quieren leer este libro como una novela, háganlo. Si lo quieren leer como un libro de relatos, háganlo también. En cualquier caso, crucen este atajo que no precisamente les llevará al infierno. Lean a Pepe Cervera.

Texto con el que el escritor Miguel Ángel Muñoz presentó el día 15 de enero de 2010 mi Conozco un atajo que te llevará al infierno.

lunes, 11 de enero de 2010

miércoles, 6 de enero de 2010

Cuento de reyes magos con final feliz

Como en cada ocasión anterior desde que me alcanza la memoria, y confiado en que Melchor, Gaspar y Baltasar, sabrán recompensar por triplicado mi excelente comportamiento a lo largo del pasado año, he colocado cerca de la puerta de la terraza un cuenco de barro con agua para calmar la sed de los camellos reales, y una bandeja con dulces navideños para sus majestades. Y así, provisto de la cantidad de paciencia que caracteriza a la infancia, o sea, ninguna, me he sentado en una butaca dispuesto a esperar su llegada. Con la mirada fija en la puerta de la terraza dejo pasar las horas. Se acerca la madrugada y como en cada ocasión anterior desde que me alcanza la memoria, me duermo. Ignoro cuánto tiempo ha transcurrido, pero de súbito y aun profundamente dormido, reconozco el grato estremecimiento que me provoca advertir una presencia mágica. No obstante al abrir los ojos, en lugar de los tres hombres magos de oriente, envuelto en una niebla más densa de lo normal y que me ha hecho toser hasta atragantarme, observo frente a mí a un viejecito de espléndida barba negra, mirada desfallecida y aspecto famélico, vestido con túnica de lana de cabra rusa, ceñida a la cintura con varias vueltas de una faja ancha, sandalias de suelas desgastadas y pendiente del cuello una cadena con un gran medallón —bastante aparente pero falso— que supongo representa un sol. Me ha sorprendido y no gratamente, la verdad, verlo parado en mitad del salón comedor. ¿Qué hace aquí este octogenario desnutrido y vestido de cualquier manera seguido de un pollino escuchimizado, en lugar de los tres emperifollados soberanos montados en fastuosos camellos? me pregunto en mis pensamientos. Y sin darme tiempo a manifestar mi descontento en voz alta y formular mi más firme protesta, el hombrecito de marras me expone entre titubeos que no trae en los capachos de su burro ni oro, ni incienso, ni mirra; entre tanto ir y venir de Belén a Egipto y vuelta de Egipto a Belén para acabar en Jerusalén a las tantas, ni siquiera vino y aceite puede ofrecerme, ha dicho, tendiéndome un voluminoso paquete envuelto con un horripilante papel de estraza del que ya no se usa ni para cocinar. Después de esto ha liquidado en apenas cuatro bocados todos los pastelitos de gloria y turrones diversos destinados a los a partir de este momento tres traidores, y ¡zas! se ha esfumado tras la misma niebla cerrada que había acompañado su irrupción y que ha vuelto a provocarme una tos irritable. Mientras me pienso si abrir el paquete que se me ha entregado, o guardarlo tal cual para la próxima fiesta del amigo invisible a la que se me invite, mi estado de ánimo oscila desde la decepción al agravio, ambos sentimientos desapacibles que rápidamente dejan paso a la alegría cuando, habiendo optado por averiguar lo que esconde el chusco envoltorio, descubro un enorme volumen encuadernado en tapa dura —“Los cuentos” de Mavis Gallant que la editorial Lumen publicó el mes de septiembre pasado— y una escueta nota manuscrita pegada con un trocito de cinta adhesiva sobre la hoja de guarda:
Espero que valga por los tres que tú esperabas.
Firmado: Artabán.