jueves, 11 de febrero de 2010

De funcionarios, parados, políticos, CR9 y gilipollas


















Comparativa (I): A finales del pasado año, desde la clase política de este país se comparó al colectivo de empleados públicos con el número de trabajadores que estaban quedando sin empleo. Nada nuevo bajo el sol. Se viene haciendo desde la noche de los tiempos cuando al gobierno de turno le interesa. El objetivo era claro. Evidenciaron el agravio que esa situación supone y de paso justificaron ante la opinión pública la congelación salarial de los funcionarios, esas sanguijuelas aprovechadas que no merecen ni agua para beber —y digo congelación porque eso es lo que es la “subida salarial” del 0’3% —. El gobierno del estado ahorró con la medida una cantidad más o menos equiparable a la que en agosto de 2009 —en plena crisis— se regaló en forma de aval por el gobierno valenciano a una entidad privada como el Valencia C.F. (74 millones), o a la empresa encargada de organizar las competiciones de fórmula uno (90 millones).












Comparativa (II): Esta mañana, al leer la prensa, me he desayunado con que el señor Bono, ese socialista modélico que cada dos por tres viaja a Roma para besarle el anillo al santo padre, ese defensor de las clases más desfavorecidas, emparentado vía consuegra con la clase pudiente —pudiente de rico, no de putrefacto, que conste— ante las críticas que se vienen escuchando sobre los sueldos y el sistema de pensiones de los diputados, va y remite una carta a los miembros de la cámara comparando el presupuesto con el que se pagan todos los sueldos y gastos del Congreso, con el coste del fichaje de Cristiano Ronaldo. Añade que el sueldo de los parlamentarios están congelados, el de los parlamentarios, no el de los funcionarios —y dale con los funcionarios— El objetivo es claro: si nos pareció bien el fichaje millonario del futbolista, también debemos aprobar el coste que supone mantener a nuestra clase política.

Ojalá en su día se hubiera comparado los sueldos de los funcionarios con el de CR 9, pero por lo visto no interesa, interesa comparar el de los políticos, tan galácticos ellos.

Conclusión: Somos gilipollas, todos, al menos es lo que deben pensar los políticos, visto como nos tratan.